El Colesterol es una sustancia que produce el cuerpo para mantener su funcionamiento normal, a través de esta, se producen otras sustancias indispensables para él, como las hormonas, por ejemplo, la testosterona y el estrógeno.

 

De manera general, existen dos tipos de colesterol:

 

— El de alta densidad (HDL) que es el colesterol ‘bueno’, contiene cardio protectores.

— El de baja y muy baja densidad (LDL) que en altos niveles genera afectaciones cardio y cerebro vasculares.

 

El colesterol total se compone de ambos y de otras pequeñas partículas, también funciona como un punto de medición para detectar el riesgo cardiovascular en el paciente. Lo ideal es que toda persona tenga menos de 130 mg/dl de colesterol de muy baja densidad. Salvo en aquellos casos extremos en los que algunos pacientes ya han presentado eventos cardiovasculares, deben mantener su colesterol LDL mucho más bajo de esta cifra.

Las dislipidemias o colesterol alto en la sangre también se pueden asociar a la herencia y mutaciones genéticas, sobre todo en nuestra población que es propensa a ello, se dan casos frecuentes en los que algunas personas sufren accidentes cardiovasculares en edades tempranas, aunque sean de complexión delgada e incluso, a pesar de llevar estilos de vida relativamente sanos, libres de tabaquismo, alcoholismo; por lo que no en todos los casos la obesidad es el único factor de riesgo para las enfermedades cardiovasculares directamente asociadas al colesterol. Por esta razón es indispensable consultar al médico para realizarse chequeos y estudios de laboratorio, por lo menos una vez al año ya que se alcanza la edad adulta y en algunas ocasiones durante la niñez.

Cuando no hay una causa genética que te predisponga porque en la familia no hay personas que ya se hayan infartado o fallecido por cuestiones cardiovasculares, entonces el padecimiento es consecuencia directa de malos hábitos de vida, como sobrepeso, sedentarismo, alcoholismo, tabaquismo, estrés y poco descanso. Estos factores de riesgo también se asocian a enfermedades metabólicas como diabetes e hipertensión.

El tratamiento dependerá directamente de las condiciones del riesgo cardiovascular de cada persona, no será el mismo en una persona con un colesterol alto sin antecedentes graves, que en algún paciente que ya se infartó o tenga alguna enfermedad metabólica asociada. Cabe señalar que no sólo se trata de un tratamiento farmacológico, sino también de realizar las modificaciones necesarias al estilo de vida.

 

Con información del Dr. Álvaro Contreras Villaseñor, Médico Adscrito de Hemodinamia del Centro Médico Siglo XXI y docente de la División de Posgrado de la Facultad de Medicina, UNAM.