No es muy común hablar de la importancia que tiene el sistema urinario para el funcionamiento del cuerpo humano, como lo es hablar de otros temas de salud pública. Sin embargo, los riñones cumplen tareas esenciales relacionadas con diferentes sistemas y órganos.

El aparato urinario se divide en dos partes: el aparato urinario superior incluye los riñones y los uréteres, y el aparato urinario inferior incluye la vejiga y la uretra. 

Las principales funciones que realizan los riñones son:

  1. Sacar agua (orina).
  2. Secretar una hormona (eritropoyetina) que estimula a la médula ósea para formar la hemoglobina.
  3. Eliminar las toxinas que nuestro cuerpo produce a diario como creatinina, urea y ácido úrico, y las sustancias de los medicamentos que ingerimos.

Cada riñón está formado por millones de nefronas, las cuales tienen un componente fundamental llamado glomérulo, que es un filtro compuesto por capilares, donde se depura cada mililitro de sangre por minuto y se conforma la orina, lo que se relaciona directamente con el sistema cardiovascular, ya que esta filtración depende de la presión con la que la sangre llega a los glomérulos. Tanto con una presión arterial muy baja como con una excesivamente alta llega poca sangre y en ambos casos los pacientes orinan menos. La presión arterial sistólica está definida por la de las arteriolas renales, por esta razón, cualquier cambio en la presión arterial repercute directamente en la función renal.

Los túbulos renales forman la otra parte de la nefrona a partir de los glomérulos. Una vez que la sangre ya ha sido filtrada, en los túbulos comienza propiamente la orina y cada uno de ellos puede secretar y absorber sustancias como toxinas, fármacos y electrolitos. En el caso de la glucosa, se filtra el 100 por ciento y luego ese mismo porcentaje se absorbe, por lo que al final la orina debe tener un 0 por ciento de ella. Cuando en los casos de diabetes la glucosa en sangre supera los 180 mg/dl, esta reabsorción tubular resulta insuficiente y se empieza a eliminar glucosa mediante la orina, debido a que los capilares y las arteriolas renales se dañan por un mecanismo oxidativo que genera el exceso de la misma. Estos se engruesan y desarrollan aterosclerosis, lo que disminuye el riego sanguíneo y la capacidad de filtración glomerular. El control de la glucosa favorece a la disminución del daño renal al disminuir el proceso oxidativo. 

Por otro lado, el hígado es un órgano con el que también se relacionan directamente, puesto que su circulación, la eliminación de toxinas y metabolitos (algunos de medicamentos) por vía hepática dependen de la capacidad de la filtración glomerular, por lo que el estadio más avanzado del daño hepático también perjudica al sistema renal.

Con respecto al sistema neurológico se afecta de manera indirecta, ya que el equilibrio de electrolitos que está definido por el sistema urinario determina la función de comunicación entre las neuronas. Por lo que una disfunción renal en una eliminación excesiva de electrolitos por sodio, puede llegar a causar el estado de coma o la muerte.

Debido a su relación con los sistemas antes mencionados, cuando los riñones no funcionan adecuadamente, se presenta la disfunción o insuficiencia renal, por lo que no hay salida de orina, se desarrolla anemia y edema o retención de líquidos.

Se recomienda que, para el cuidado de los riñones, se ingiera un litro de agua por cada 35 kg de peso y es importante consultar al médico en caso de presentar cualquier ardor o dolor al orinar, sangre en orina por mínimo que sea, ya que en caso de tener tumores renales, la enfermedad continúa evolucionando sin tener el diagnóstico adecuado.

 

Dr. José Antonio Absalon Reyes, Especialista en Medicina Interna y en Geriatría Maestro en Ciencias y en Farmacología Clínica. Adscrito al Departamento de Medicina Interna del Centro Médico Nacional Siglo XXI. Profesor de Farmacología de la Facultad de Medicina de la UNAM.

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