El cuerpo de la mujer sufre algunos cambios durante el embarazo. Internamente aumenta el peso del útero, pues pasa de 70 gramos a 1,100 gramos. También la capacidad de albergar líquido es mayor, ya que los 10 mililitros que soporta con normalidad se amplían hasta 20 litros. Asimismo, en el cuello uterino se forma una gruesa capa de mucosa que funciona como barrera contra infecciones. Ésta es expulsada en el parto junto con un poco de sangre. La ovulación y la menstruación cesan, y la estructura interna de las tubas uterinas se aplanan.

De manera externa, las mamas aumentan de tamaño y se vuelven más sensibles, los pezones se tornan más oscuros y grandes, y, comúnmente, aparecen estrías tanto en los senos como en el abdomen. Pero no sólo la parte baja del cuerpo se ve afectada, puesto que, en el rostro, frecuentemente, pueden aparecer manchas denominadas cloasma, mejor conocidas como paño.

Las modificaciones también se pueden observar en otras partes del organismo. Por ejemplo, el sistema inmune suprime sus funciones para no rechazar al embrión; el corazón se desplaza a la izquierda y arriba 15 grados y aumenta la frecuencia cardiaca; el tórax aumenta su diámetro por el movimiento de los pulmones, los cuáles consumen 20% más oxígeno; los riñones aumentan de tamaño 1.5 centímetros; las encías se pueden irritar y volverse blandas, lo cual las hace propensas a infecciones.

Referencias:
Cunningham F. G., et al. Obstetricia Williams. 24a ed. México: McGraw-Hill Education; 2015. 46 – 72 pp. 2

Con información de:
Dra. Mónica Beatriz Aburto Arciniega, División de Investigación, Facultad de Medicina 
Dr. Jorge Alberto Villegas Solano, División de Investigación, Facultad de Medicina 
Dr. Edgar Abraham Sánchez Rodríguez, División de Investigación, Facultad de Medicina