Eran las 11 de la noche, cuando un “calambre dolorosísimo” del corazón obligó al Presidente a arrojarse a su cama. “En lance tan supremo tuve que acudir contra mi deseo a aplicar un remedio muy cruel pero eficaz; el agua hirviendo sobre el corazón”, escribió el doctor Ignacio Alvarado en su libro La muerte de Juárez.
“Me está usted quemando”, se quejó el Benemérito. “Es intencional, así lo necesita usted”, le respondió su médico de cabecera. Dos horas después falleció. ¿Qué le pasó a Benito Juárez aquel 18 de julio de 1872?
Recientemente, el Registro Civil de la Ciudad de México hizo públicas las fotografías de su acta de defunción. En ella, los notarios Crescencio Landgrave y José Villela certifican como causa de muerte: “neurosis del gran simpático”, un término que hasta 1912 fue usado para referirse al infarto de miocardio.
El miocardio es el tejido muscular del corazón que se contrae para bombear, por todo el sistema circulatorio, la sangre, rica en oxígeno. Las arterias coronarias son las que se encargan de conducir la sangre al miocardio. Cuando un coágulo obstruye a estas arterias, las células que forman el tejido no tienen oxígeno para realizar sus funciones y mueren.
Esto fue lo que le ocurrió al autor de las Leyes de Reforma hace 145 años, un episodio que sigue presentándose pero que, desde luego, ya no se trata como lo hizo el doctor Alvarado. Actualmente un especialista desobstruye la arteria coronaria por medio de fármacos fibrinolíticos (sustancias que disuelven el coágulo) o por una anginoplastia (un procedimiento mecánico en el que se inserta un tubo muy fino en la arteria), que se realizan durante las primeras 12 horas para salvar la mayor parte posible del músculo cardíaco.
El infarto al miocardio sucede con más frecuencia en personas con diabetes (niveles muy altos de azúcar en la sangre), hipertensión (aumento de la presión arterial), dislipidemia (niveles muy altos de colesterol) o alguna otra enfermedad relacionada con la aterosclerosis (cuando se forma una placa de colesterol y otras sustancias en las paredes arteriales).
Dejar de fumar, mantener el peso adecuado mediante una alimentación balanceada, hacer ejercicio y controlar la diabetes e hipertensión, en caso de padecerlas, son formas en las que se puede evitar un infarto al miocardio.
Con información del Dr. Marco Antonio Ramírez Ríos, Sucomité de Cardiología de la Facultad de Medicina de la UNAM.