Nota: Abigail Moreno
Ilustración: Annete Segura

El SARS-CoV-2 ocasionó una pausa masiva a ciertas actividades económicas catalogadas como “no esenciales”. En consecuencia, numerosos centros de trabajo consideraron como una alternativa emergente el home office, sin asegurar a sus colaboradores condiciones de trabajo saludables.

Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía, en promedio 12 por ciento de las organizaciones en México implementaron esta modalidad. El home office resultó para los empleadores un modelo confortable y que permite economizar en cuestión de inmuebles, recursos o servicios.

El trabajo remoto consolidó en un año y medio cambios culturales en constante evolución. Entre sus aspectos positivos están que permite insertar a individuos vulnerables al mundo laboral, aminorar los tiempos de traslado y disminuir el tránsito. Sin embargo, el confinamiento también tiene aspectos negativos, como la exposición prolongada a la iluminación de pantallas o al ruido ambiental, las posturas incorrectas o incluso una desbalanceada alimentación.

En casa no siempre existe noción clara del tiempo, por lo que las jornadas laborales crecen a tal grado de no sólo afectar la salud física sino también la mental. El aislamiento conduce a trastornos relacionados con ansiedad, aumento en el consumo de tabaco o alcohol, u otros malestares como colitis nerviosa, gastritis e incluso alteraciones mayores.

Es importante mencionar que la legislación en materia de teletrabajo garantiza en el artículo 311 de la Ley Federal del Trabajo, a empleadores y trabajadores, derechos y obligaciones ante esta nueva modalidad.

La contingencia sanitaria cambió al mundo laboral, el home office está aquí y no se irá. Entre el hogar y la oficina se debe buscar concertar acuerdos con otros y consigo mismo, establecer límites, pero sobre todo intentar cuidar la salud.

 

Con información del Doctor Rodolfo Nava Hernández, Coordinador de Salud en el Trabajo de la División de Estudios de Posgrado, Facultad de Medicina de la UNAM.

 

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