¿Qué es la muerte cerebral?

¿Qué es la muerte cerebral?

Nota: Erick Cortés
Ilustración: Ali Acosta 

Se trata de una condición irreversible donde no se tiene ninguna posibilidad de recuperación 

La forma de definir con exactitud a la muerte ha cambiado con el tiempo. Antes, se solía declarar a una persona legalmente fallecida desde el momento en el que el corazón dejaba de latir y la respiración se detenía. Pero la ciencia nos ha permitido descubrir que la muerte es, en realidad, una consecuencia de estos dos eventos. 

Cuando una persona deja de respirar y su corazón deja de latir, la sangre, que antes transportaba el oxígeno, ya no llega a los órganos ni a los tejidos, lo cual ocasiona la muerte de las células en minutos. Si esta desoxigenación es prolongada, puede haber muerte cerebral (una condición en la cual el cerebro pierde toda su actividad). 

Sin la regulación del cerebro los órganos y tejidos dejan de funcionar, sin embargo, los avances científicos actualmente, permiten que una persona con muerte cerebral pueda mantener su pulso cardíaco y su respiración con la ayuda de ventiladores artificiales. Con esto se logra la oxigenación de los tejidos y, por tanto, pueden mantenerse con vida por cierto tiempo. 

En este caso, una persona puede ser declarada muerta tras confirmarse el diagnóstico de muerte cerebral o hasta que se realice la desconexión de los instrumentos que mantienen al resto de sus sistemas funcionando, lo cual dependerá de las leyes de cada país. 

A diferencia del coma y del estado vegetativo persistente (donde la conciencia se ve interrumpida, pero la actividad eléctrica y las funciones vitales se mantienen), la muerte cerebral es irreversible y no se tiene ninguna posibilidad de recuperación. Una vez que se da esta condición, los familiares de la persona con muerte cerebral deben decidir si realizan o no la desconexión de los aparatos y en qué momento. 

Por motivos éticos y religiosos, muchas personas deciden no desconectar a sus familiares hasta que alcanzan por sí mismos la muerte general. Otro motivo que se toma en cuenta es si la persona, en vida, tomó la decisión de ser donante de órganos. Si este es el caso, el personal médico valorará el estado de los órganos y hablará con los familiares para acordar la desconexión y la donación. 

Por sus implicaciones médicas y legales, el diagnóstico de muerte cerebral exige todo el rigor médico posible. Debe ser hecho por especialistas en neurología o medicina intensivista, y también se debe contar con un estudio de soporte que ponga en evidencia que el cerebro ya no tiene flujo sanguíneo ni actividad eléctrica. 

Un estudio de encefalograma es generalmente el método más utilizado para determinar si se tiene muerte cerebral, se está en coma o en otro estado de inconsciencia del cual sí tenga posibilidades de despertar si se mantienen los cuidados médicos pertinentes. Otras pruebas que se pueden considerar son valorar si existe la pérdida absoluta de la conciencia, la respiración natural, las reacciones de las pupilas ante la luz y los reflejos. 

Si no se presenta muerte cerebral, la ley exige que se continúen los esfuerzos médicos para salvar la vida. En el caso contrario, la ley también defiende el respeto a la voluntad de los familiares o representantes legales cuando deciden realizar la desconexión del sistema de soporte vital. 

Con información del Dr. Noel Isaías Plascencia Álvarez, Académico de la División de Estudios de Posgrado, Facultad de Medicina de la UNAM 

El suicidio no es una salida fácil

El suicidio no es una salida fácil

Las mujeres lo intentan más, pero los hombres son quienes más lo consiguen

En México, por cada 100 mil habitantes, cinco mueren por suicidio. A pesar de que no es una tasa elevada, en comparación con otros países donde es hasta cuatro veces mayor, lo que ha preocupado a especialistas es su constante aumento a partir de la década de los 90. Tan sólo en menores de 19 años, es la tercera causa de muerte a nivel mundial.

No existe una respuesta única del por qué se recurre al suicidio, depende del contexto y las situaciones por la que cada uno esté pasando. Sin embargo, algunos investigadores han llamado visión de túnel al estado en que las personas se encuentran cuando sienten demasiada presión. Estas dificultades emocionales generan una incapacidad para ver posibles soluciones o alternativas, por lo que quitarse la vida es la única salida que encuentran a sus problemas.

Las mujeres lo intentan más que los hombres, pero estos últimos son quienes más lo consiguen. Esto sucede en todos los rangos de edad y se debe a las construcciones de género, es decir, si un hombre lo intenta y no lo consolida, se autodenomina “poco hombre” o “inservible”, por lo que suelen elegir métodos más contundentes que las mujeres.

Entre los mitos más comunes que existen sobre el suicidio, se encuentran los siguientes:

Quien anuncia que se va a suicidar es porque no lo va a hacer.

En realidad si alguien anuncia, verbaliza o expresa su intención de atentar contra su vida, es probable que esa persona lo haga. El suicidio es la culminación de un proceso que generalmente pasa por distintas etapas. Inicia con pensamientos sobre la muerte, llamado ideación suicida; posteriormente se presenta la etapa de planeación, momento en el que estructuran el cómo, dónde y método a utilizar; y por último, el intento. No necesariamente ocurre en ese orden o forzosamente se pasa por todas las etapas.

El suicidio es una salida fácil.

Quienes llegan a tal punto es porque han transcurrido por un proceso de malestar emocional y sufrimiento, en ocasiones durante un periodo de tiempo largo, es decir, no es fácil para quienes se encuentran en esa situación.

No todas las personas que intentan suicidarse tienen el deseo real de morir.

Hay casos de personas que lo intentan sin lograrlo, y en realidad no querían morir. En muchas ocasiones se debe a la necesidad de recibir atención debido al intenso sufrimiento emocional, por ejemplo, durante la adolescencia. Al no tener las herramientas suficientes para manifestar claramente sus sentimientos con quienes los rodean y creer que nadie les escucha, ven viable un intento de suicidio.

Por prejuicios y estigmas se tiende a minimizar la salud mental, sin embargo, estos padecimientos son incapacitantes porque el sufrimiento afecta el rendimiento de las personas en todas las áreas de su vida.

Debemos prestar atención a las situaciones de malestar emocional de las personas que nos rodean, brindar solidaridad, empatía, escuchar sin descalificar, y acompañar en ese tránsito. Los problemas de salud mental necesitan ser atendidos para mejorar la calidad de vida y que esta sea plena.

 

Con información del Dr. José Alberto Jiménez Tapia, Investigador de la Dirección de Investigaciones Epidemiológicas y Psicosociales del Instituto Nacional de Psiquiatría “Ramón de la Fuente Muñiz”

 

Pandemia y salud mental, ¿cómo afectará a las futuras generaciones?

Pandemia y salud mental, ¿cómo afectará a las futuras generaciones?

Nota: Eric Ramírez
Ilustración: Alexis Domínguez

Los síntomas de depresión, ansiedad y trastornos postraumáticos son más comunes en niñas y niños a partir del confinamiento.

“Levántate. Enciende el celular o computadora y conéctate porque ya es tarde. Deja de soñar y apúrate a la tarea. No te distraigas. No puedes salir porque es peligroso. Tampoco puedes jugar porque no hay espacio. No hagas ruido porque estoy trabajando”.

De pronto esta fue la nueva realidad de muchos infantes, quienes fueron obligados a dejar de lado sus ganas de explorar el mundo para sentarse frente a algún dispositivo a tomar clases durante horas. Tiempo en donde no hay sorpresas, hora de recreo con sus amistades, ni siquiera un rato de desconexión entre la escuela y la casa. Su mundo se vio reducido a paredes, cables y, en el mejor de los casos, un patio o jardín.

Tan sólo en México, diversos estudios han confirmado que los síntomas de depresión, ansiedad y trastornos postraumáticos son más comunes en niñas y niños a partir del confinamiento. Ellos son los afectados más invisibilizados que ha dejado esta pandemia. Se les nota más irritables, apáticos, con dificultad para concentrarse, problemas de sueño y de insomnio, por lo que llegan a necesitar de una rutina para sentirse seguros.

Preescolar es una de las etapas más afectadas, ya que es cuando aprenden a través de la imitación; su principal fuente de socialización se vio eliminada y por ello está en riesgo una edad de cambios importantes en el neurodesarrollo . Prácticas como moldear una plastilina, jugar con pares o guardar sus cosas antes de salir al recreo están provocando retrasos en el desarrollo de la organización, el lenguaje y la formación motora.

Las y los adolescentes de primaria y secundaria también han perdido su socialización, pero ellos se han adaptado a las nuevas formas de convivencia por medio de redes sociales o videollamadas, con los riesgos que conlleva.

Es importante resaltar que los infantes se dan cuenta de todo, aunque no lo parezca o no lo demuestran; los problemas de desempleo, la tasa en aumento de violencia familiar y el estrés que tienen los adultos en casa debido al trabajo, les afectan de forma indirecta. Y aunque muchos de estos problemas existían desde antes, ahora son más notorios y no tienen a la escuela como medio de escape de esa realidad.

Para aminorar todos estos males en etapa preescolar se recomienda tener una muy buena comunicación entre padres e hijos, preguntarles constantemente cómo se sienten, cuál es su percepción de la pandemia o simplemente resolver sus dudas respecto a la enfermedad, así como dejarlos expresar todos sus miedos y angustias. También, en la medida de lo posible, retomar las rutinas. Por otra parte, con los adolescentes se sugiere intercalar sus actividades académicas y las de ocio.

Lo ideal sería que las escuelas actualicen la educación que ofrecen con una reestructuración y flexibilización de sus planes de estudios, basándose en los modelos pedagógicos de una enseñanza híbrida, mezclando actividades sincrónicas y asincrónicas. A partir del asentamiento de la nueva normalidad que nos dejó la pandemia, se aconseja explorar diferentes formas de evaluación y con ello también capacitar a las y los docentes. Debemos reaprender a enseñar.

Esto representa precisamente uno de los aspectos positivos, el pensar en el cambio definitivo del sistema educativo actual. Uno donde no sólo se incluya un aula, sino también se integren las tecnologías buscando adaptarlas al lenguaje de las nuevas generaciones de enseñanza pandémica para poder acabar con la brecha digital y acercar a más personas al Internet.

 

Con información de la Dra. Diana Patricia Guízar Sánchez, Académica del Departamento de Fisiología, Facultad de Medicina de la UNAM.

 

 

TOC: Trastorno Obsesivo Compulsivo

TOC: Trastorno Obsesivo Compulsivo

Nota: Nestor Ortíz
Ilustración: Anggraini Sitompul

Quienes padecen TOC también pueden presentar imágenes mentales de contenido violento o sexual, que son inevitables y desagradables.

Creer que nos vamos a contagiar de alguna enfermedad por utilizar una manija, lavar el mismo plato varias veces  o incluso, buscar constantemente un orden perfecto e impecable en cualquier conjunto de objetos, son algunos ejemplos del Trastorno Obsesivo Compulsivo, mejor conocido como TOC, por sus siglas .

Se trata de un padecimiento caracterizado principalmente por:

Ideas obsesivas: pensamientos intrusivos, repetitivos, absurdos y extraños, que no se pueden evitar, pues genera muchísima ansiedad.

Compulsiones: conductas repetitivas e intencionales para disminuir la ansiedad, varían de acuerdo al tipo de obsesión que tiene la persona, pero esto puede llegar a casos graves en los que se necesite hospitalización psiquiátrica. 

Quienes padecen TOC también pueden presentar imágenes mentales de contenido violento o sexual, que son inevitables y desagradables. Por ejemplo, al ver un cuchillo, pueden tener imágenes sacándole los ojos a las personas que están a su alrededor, sin desearlo. Por ello, con su compulsión disminuyen su ansiedad producida por esas ideas.

Las personas con este padecimiento, adolecen tener imágenes de este tipo sin ser deseadas, y muchas veces, no dicen que están pasando por esa situación por miedo a ser juzgados como locos o con pérdida de la razón, cuando en realidad no es así. 

Hay quienes pueden tener rasgos obsesivos de personalidad, como ser muy limpios, profesionistas o pulcros, y esto no quiere decir que presenten TOC.  Es decir, mientras no cause una disfuncionalidad en el trabajo, en la vida académica o en nuestra vida social, entonces no padecemos un trastorno obsesivo compulsivo. 

Por otro lado, si se tiene ideas obsesivas que son absurdas, que lleve dos o tres horas  hacer  la misma conducta, si causan disfuncionalidad en diferentes áreas de la vida, y por otra parte se sufra por tenerlas, entonces se estaría hablando de TOC.  

Tiene causas multifactoriales, ya sea por disfunción de sustancias químicas como la serotonina o por genética. A su vez, es un padecimiento que no se quita, pero se controla a lo largo de la vida con medicamentos indicados y monitoreados por un psiquiatra, con terapias y antidepresivos. Siendo la terapia cognitivo-conductual, la que más ayuda a pacientes con este problema. 

También puede haber una causa ambiental. Por ejemplo, si en la familia de una niña o niño  hay alguien muy obsesivo, el infante también se va acostumbrando a tener ciertas conductas o rituales características de este padecimiento. Para ser diagnosticado es indispensable acudir con personal de la salud mental.

Entre los tipos de obsesiones más comunes, podemos identificar:

Obsesiones de limpieza o contaminación: Las personas tienen la idea de que deben de limpiar, desinfectar, lavar o enjuagar  perfectamente a su modo, las veces y el orden que consideren necesarias. De no hacerlo, les genera mucha angustia, volviéndose una idea absurda y repetitiva que no los deja en paz hasta que llevan a cabo la conducta.

Obsesión de la duda patológica: Ocurre cuando deben cerciorarse o verificar algo como cerrar bien las llaves, las ventanas o las puertas, por ejemplo. Esto lo pueden hacer muchas veces,  y en situaciones obvias. 

Obsesiones de simetría: En este caso, las personas que lo padecen necesitan que todo este derecho, alineado, simétrico o proporcional. Por ejemplo, procuran que su peinado divida exactamente su cabello 50 por ciento de un lado y 50 por ciento del otro. El no hacerlo, de igual modo les genera ansiedad. 

Obsesiones de higiene personal: Se bañan, visten o asean, con rituales o conductas que son repetitivas en un orden específico o cierto número de veces. Son personas que se pueden tardar un tiempo inadecuado o excesivo al bañarse. Incluso, al hacer del baño y limpiarse, se quedan con la duda si lo hicieron bien, tardándose muchas horas en el baño. 

 

REFERENCIA: Con información de la Dra. Jacqueline Cortes, Médica Psiquiátrica, responsable de la Clínica del Programa de Salud Mental y Psiquiatría de la Facultad de Medicina, UNAM. 

 

 

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Home office: ¿nuevos retos?

Home office: ¿nuevos retos?

Nota: Abigail Moreno
Ilustración: Annete Segura

El SARS-CoV-2 ocasionó una pausa masiva a ciertas actividades económicas catalogadas como “no esenciales”. En consecuencia, numerosos centros de trabajo consideraron como una alternativa emergente el home office, sin asegurar a sus colaboradores condiciones de trabajo saludables.

Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía, en promedio 12 por ciento de las organizaciones en México implementaron esta modalidad. El home office resultó para los empleadores un modelo confortable y que permite economizar en cuestión de inmuebles, recursos o servicios.

El trabajo remoto consolidó en un año y medio cambios culturales en constante evolución. Entre sus aspectos positivos están que permite insertar a individuos vulnerables al mundo laboral, aminorar los tiempos de traslado y disminuir el tránsito. Sin embargo, el confinamiento también tiene aspectos negativos, como la exposición prolongada a la iluminación de pantallas o al ruido ambiental, las posturas incorrectas o incluso una desbalanceada alimentación.

En casa no siempre existe noción clara del tiempo, por lo que las jornadas laborales crecen a tal grado de no sólo afectar la salud física sino también la mental. El aislamiento conduce a trastornos relacionados con ansiedad, aumento en el consumo de tabaco o alcohol, u otros malestares como colitis nerviosa, gastritis e incluso alteraciones mayores.

Es importante mencionar que la legislación en materia de teletrabajo garantiza en el artículo 311 de la Ley Federal del Trabajo, a empleadores y trabajadores, derechos y obligaciones ante esta nueva modalidad.

La contingencia sanitaria cambió al mundo laboral, el home office está aquí y no se irá. Entre el hogar y la oficina se debe buscar concertar acuerdos con otros y consigo mismo, establecer límites, pero sobre todo intentar cuidar la salud.

 

Con información del Doctor Rodolfo Nava Hernández, Coordinador de Salud en el Trabajo de la División de Estudios de Posgrado, Facultad de Medicina de la UNAM.

 

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Síndrome de Cotard: el trastorno que hace que las personas crean que están muertas

Síndrome de Cotard: el trastorno que hace que las personas crean que están muertas

 

 El síndrome de Cotard o delirio de negación es un trastorno psiquiátrico muy raro y poco frecuente que se caracteriza por la negación de la existencia de algunas partes del cuerpo e incluso de sus órganos. Un paciente con este síndrome puede referir que no tiene sangre, cerebro, que está muerto o que ya no puede morir porque es inmortal. 

A pesar de que se desconocen las causas, se ha encontrado que puede asociarse a otras enfermedades psiquiátricas como esquizofrenia, trastornos afectivos o cuadros depresivos muy graves. Neurológicamente hay alteraciones en ciertas áreas del cerebro, como migraña, tumores cerebrales, traumatismos craneales, síndrome de parkinson y esclerosis múltiple. Estos pacientes también pueden presentar ansiedad, irritabilidad, silencio voluntario, ausencia de dolor (llamada analgesia) o un umbral de dolor muy bajo, y en los casos más drásticos pueden llegar a automutilarse y tener pensamientos e intentos suicidas.  

Lleva su nombre en honor a Jules Cotard, quien lo describió en 1880 por primera vez. Actualmente existe un reporte del Dr. Jesús Ramírez, del Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía de México, en el que detalla que de 842 pacientes neurológicos, sólo uno presentó este síndrome durante un estudio que duró dos años. Mientras que, en el área de psiquiatría, sólo 5 de 479 lo manifestaron en ese lapso.  

El tratamiento principal consiste en buscar la raíz del cuadro que lo origina, si es psicótico, como la esquizofrenia, se recomendaría la administración de psicofármacos y antipsicóticos. En caso de depresión, se haría con la ayuda de antidepresivos, moduladores del ánimo, anticonvulsivantes e incluso el uso de terapia electro convulsiva, en los casos demasiado graves. Por otra parte, si se trata de un trastorno neurológico, de igual manera se debe encontrar la causa y tratarla con fármacos y/o cirugía de ser necesario. 

Como dato curioso, se dice que varios especialistas y críticos han analizado la película de “Sexto sentido”, estrenada en 1999, sobre si es posible que el personaje principal, interpretado por Bruce Willis, padece o no este síndrome. 

  

Con información del Dr. Carlos Jesús Castañeda, Médico Psiquiatra, Profesor de Pregrado y Posgrado de la Facultad de Medicina de la UNAM, Ex director del Hospital Psiquiátrico Fray Bernardino Álvarez y Encargado de la Unidad de Atención Especializada de Género en el Hospital General de México “Eduardo Liceaga”.