Las mujeres lo intentan más, pero los hombres son quienes más lo consiguen

En México, por cada 100 mil habitantes, cinco mueren por suicidio. A pesar de que no es una tasa elevada, en comparación con otros países donde es hasta cuatro veces mayor, lo que ha preocupado a especialistas es su constante aumento a partir de la década de los 90. Tan sólo en menores de 19 años, es la tercera causa de muerte a nivel mundial.

No existe una respuesta única del por qué se recurre al suicidio, depende del contexto y las situaciones por la que cada uno esté pasando. Sin embargo, algunos investigadores han llamado visión de túnel al estado en que las personas se encuentran cuando sienten demasiada presión. Estas dificultades emocionales generan una incapacidad para ver posibles soluciones o alternativas, por lo que quitarse la vida es la única salida que encuentran a sus problemas.

Las mujeres lo intentan más que los hombres, pero estos últimos son quienes más lo consiguen. Esto sucede en todos los rangos de edad y se debe a las construcciones de género, es decir, si un hombre lo intenta y no lo consolida, se autodenomina “poco hombre” o “inservible”, por lo que suelen elegir métodos más contundentes que las mujeres.

Entre los mitos más comunes que existen sobre el suicidio, se encuentran los siguientes:

Quien anuncia que se va a suicidar es porque no lo va a hacer.

En realidad si alguien anuncia, verbaliza o expresa su intención de atentar contra su vida, es probable que esa persona lo haga. El suicidio es la culminación de un proceso que generalmente pasa por distintas etapas. Inicia con pensamientos sobre la muerte, llamado ideación suicida; posteriormente se presenta la etapa de planeación, momento en el que estructuran el cómo, dónde y método a utilizar; y por último, el intento. No necesariamente ocurre en ese orden o forzosamente se pasa por todas las etapas.

El suicidio es una salida fácil.

Quienes llegan a tal punto es porque han transcurrido por un proceso de malestar emocional y sufrimiento, en ocasiones durante un periodo de tiempo largo, es decir, no es fácil para quienes se encuentran en esa situación.

No todas las personas que intentan suicidarse tienen el deseo real de morir.

Hay casos de personas que lo intentan sin lograrlo, y en realidad no querían morir. En muchas ocasiones se debe a la necesidad de recibir atención debido al intenso sufrimiento emocional, por ejemplo, durante la adolescencia. Al no tener las herramientas suficientes para manifestar claramente sus sentimientos con quienes los rodean y creer que nadie les escucha, ven viable un intento de suicidio.

Por prejuicios y estigmas se tiende a minimizar la salud mental, sin embargo, estos padecimientos son incapacitantes porque el sufrimiento afecta el rendimiento de las personas en todas las áreas de su vida.

Debemos prestar atención a las situaciones de malestar emocional de las personas que nos rodean, brindar solidaridad, empatía, escuchar sin descalificar, y acompañar en ese tránsito. Los problemas de salud mental necesitan ser atendidos para mejorar la calidad de vida y que esta sea plena.

 

Con información del Dr. José Alberto Jiménez Tapia, Investigador de la Dirección de Investigaciones Epidemiológicas y Psicosociales del Instituto Nacional de Psiquiatría “Ramón de la Fuente Muñiz”