Paleopatología en las momias egipcias…

El padre de la paleopatología, Marc Armand Ruffer, realizó exámenes en 500 cráneos encontrados en una tumba de Gizeh y gracias a los resultados destacó que los miembros de las altas clases sociales egipcias tuvieron caries dentales al igual que el hombre moderno.

Hacia 1910, este paleopatólogo divulgó el resultado de los estudios que realizó en los riñones de dos momias de la vigésima dinastía que datan de entre 1250 a 1085 a.C., en los que encontró los huevos calcificados de un trematodo intestinal llamado Schistosoma Haematobium que aún a inicios del siglo XX afectaba al 40% de los habitantes del Nilo. Este parásito es parecido a una sanguijuela, se desarrolla en los canales de irrigación y penetra en el cuerpo humano a través de la piel, luego se aloja en las venas mesentéricas o vesicales y puede generar disuria, poliuria, polaquiuria, hematuria o una infección bacteriana que provoca uropatía obstructiva y probablemente cáncer de vejiga.

Percival Pott había descrito con anterioridad en 1779 los signos de un tipo de tuberculosis que lleva su apellido, pero fue Grafton Elliot Smith quién muchos años después, en excavaciones realizadas en Assuán, desenterró una estatuilla de arcilla y varios esqueletos que mostraban la enfermedad de Pott en la columna vertebral.

Ruffer y Smith, descubrieron las típicas lesiones de viruela en momias casi al mismo tiempo. Otras enfermedades también descubiertas en momias egipcias gracias a la paleopatología son: antracosis, neumonía y pleuresía.

 

Faraones, embalsamamiento y medicina…

A pesar de que la escritura egipcia en papiros surgió alrededor del 3000 a.C., fue hasta el siglo XX que se descubrieron y descifraron los 7 papiros de la medicina egipcia. El más antiguo, el de Kahun, data de 1900 a.C. y trata sobre la medicina veterinaria y las enfermedades de la mujer. El papiro Edwin Smith data del 1550 a.C. y se ocupa de los problemas quirúrgicos de la cabeza a la mitad del pecho. Del mismo año data el papiro Georg Ebers, siendo el más extenso cuya información es sobre la terapéutica, entre la que destacan recetas, técnicas manuales, encantamientos y hechizos.

El papiro Hearst contiene 260 recetas mientras que el papiro “pequeño” de Berlín trata sobre pediatría, ambos datan del 1600 a.C.; el papiro “grande” de Berlín contiene una prueba de embarazo y 204 recetas, el de Londres incluye 61 recetas, mayormente mágicas y por último, el de Chester Beatty es sobre el tratamiento de las enfermedades del ano, estos últimos tres papiros datan del 1300 a.C.

Para los egipcios el cuerpo humano era un sistema depurativo que recibía alimentos y “algo” existente en el aire, que si eran de mala calidad o naturaleza, el cuerpo enfermaba y la totalidad de su creación se componía por los cuatro elementos naturales: tierra, agua, fuego y aire.

El corazón era de tanta importancia que lo conservaban en el cuerpo embalsamado, la nariz también era de suma importancia por recibir el aire que era fundamental para la vida, esta razón dio pie a la costumbre de romper las narices de las estatuas y relieves con cabeza humana para destruir el poder demoniaco que podría habitarlas.

Al morir, se embalsamaba el cadáver como un acto ritual cuyo objetivo era el de prepararlo para la otra vida. Se debía mutilar lo menos posible por lo que solo se realizaba un corte en el costado izquierdo para extraer los órganos abdominales y los pulmones, mientras que, la masa encefálica se extraía por las fosas nasales con ayuda de un instrumento en forma de gancho.

 

  

Fuente:

 

Cortés R. J. G. R., Pérez G. D., et al. 2007. Historia Antigua de la Medicina.

Estudios en momias egipcias, El Reino de los Faraones.

Puebla, Puebla: Benemérita Universidad de Puebla,

Universidad Nacional Autónoma de México. pp. 52, 53, 71 – 76.