Existe una enfermedad letal que se presenta en pacientes inmunodeficientes, es decir, aquellos que cuentan con un sistema inmune dañado por enfermedades como la diabetes, el VIH o la tuberculosis. Su nombre es mucormicosis y es una enfermedad infecciosa causada por hongos del tipo Rhizopus, Rhizomucor y Mucor, que se encuentra comúnmente en la tierra y la vegetación en descomposición.

Actualmente, México es el país con más casos de mucormicosis en el mundo. Aunque existen varias formas de presentación, la más común es la mucormicosis rinocerebral, que aparece en la región central del rostro y puede extenderse hacia el cerebro de manera sumamente rápida, lo cual ocasiona que el paciente muera en cuestión de días o incluso horas. Por ello, es importante realizar un diagnóstico oportuno, correcto y que tenga el tratamiento adecuado.

Generalmente, la mucormicosis afecta más intensamente una mitad de la cara, sin embargo, en algunos casos es difícil distinguir de qué lado inició la enfermedad.

¿Cómo inicia?

El primer indicio es la aparición de una región necrótica o “muerta” de coloración negra, que habitualmente se localiza en la nariz y el paladar. Esta afección provoca dolor, fiebre, inflamación y escurrimiento nasal con pus y  mal olor. Por su parte, los ojos se inflaman y sobresalen. Si evoluciona sin tratamiento puede llegar a infectar los hemisferios cerebrales, dando síntomas neurológicos como dolor de cabeza y alteraciones de la conducta.

Una vez que se realiza el diagnóstico, lo primero que se debe hacer es corregir la causa que lo provoca, es decir, corregir la glucemia (cantidad de azúcar en sangre) en caso de diabéticos, ajustar o iniciar medicamento para leucemias, VIH, etcétera. El siguiente paso es la administración de medicamentos contra el hongo (antimicóticos) vía intravenosa de manera intensiva para frenar el avance de la enfermedad y que se extienda. En algunos casos, se precisa remoción quirúrgica de la zona necrótica o muerta.

 

Algunas complicaciones…

Al ser una enfermedad invasiva, puede dejar secuelas como desfiguración, ceguera, daño neurológico permanente y en el peor de los casos, la muerte.

 

Con información del Dr. Alexandro Bonifaz Trujillo / Departamento de Micología del Hospital General de México “Dr. Eduardo Liceaga”