Bernardino Álvarez Herrera nació en 1514 en el poblado de Utrera, Sevilla, España. A los 20 años llegó a la Nueva España, se inscribió como soldado y participó en el deporte de charrería en la región de Zacatecas. Más tarde cuando llegó a la Ciudad de México, estuvo envuelto en escándalos por juegos de baraja, al provocar duelos y llevar una vida libertina.

Se le mezcló en un homicidio derivado de una riña y lo llevaron preso junto con otros deportados de Filipinas a una expedición, condenado a servir de manera forzada. Gracias a una mujer que sedujo en el puerto de Acapulco pudieron escapar, tres de sus compañeros fueron reaprehendidos y ahorcados, por lo que Bernardino Álvarez escapó a Perú para laborar en su profesión militar durante seis años.

Treinta años después y con una gran fortuna, regresó a la Nueva España. Envió una carta a su madre para que viajara y se quedara a vivir con él. Sin embargo, ella se negó y le respondió que tenía lo suficiente para cubrir sus necesidades y que él debería destinar sus riquezas a la caridad y entregarse a Dios. Fue cuando Bernardino se arrepintió de su pasado y se motivó a ingresar como religioso en el hospital de la Limpia Concepción. Daba limosna a los necesitados, atendía a los enfermos y cada vez su altruismo incrementaba. Al iniciar su dedicación religiosa, fundó la Orden de San Hipólito de la Caridad.

También, dio luz a una institución que daba amparo a ancianos que vivían de la limosna pública y para los locos que deambulaban por las calles, que a veces eran objeto de burla. Consiguió una propiedad para construir el primer edificio del Hospital San Hipólito, mismo que abrió en 1566.

En este lugar se recibía a los recién despedidos de otros hospitales para recuperarse y convalecer, contaba con salas para recibir a enfermos en general, pero lo que lo distinguía es que admitía a locos y personas con trastornos mentales. Era la primera vez en la historia de México, y posiblemente en América, en donde se les atendía y trataba con respeto y dignidad.

Daba trabajo a maestros y estudiantes pobres. Conforme aumentaban los pobres enfermos, los religiosos y las limosnas, realizó nuevas fundaciones en Oaxtepec (1568), Xalapa, Perote (1578), San Juan de Montes Claros (1590), La Habana, Puebla de los Ángeles, Guatemala, Antequera, Oaxaca, Querétaro y finalmente en Acapulco.

Fray Bernardino Álvarez fue reconocido por su gran dedicación a los enfermos mentales. Actualmente uno de los hospitales psiquiátricos más importantes del país lleva su nombre, en honor a las grandes aportaciones que hizo.

 

 

Bibliografía.

De Eguiara y Eguren, JJ. (1998). Historia de sabios novohispanos. México. Distrito Federal. UNAM. Coordinación de Humanidades. 193 pp.

Muriel, J. (2015). Hospitales de la Nueva España. Tomo I. Fundaciones del siglo XVI. Instituto de Investigaciones Históricas UNAM. Recuperado de: http://www.historicas.unam.mx/ publicaciones/publicadigital/libros/hospitales/HNET1017.pdf