Victor Rubio Rojas

La paralisis del sueño consiste en un período de incapacidad para realizar movimientos voluntarios al inicio del sueño o al despertar ya sea durante la noche o por la mañana. Entre sus causas externas podemos encontrar: horario de sueño irregular, dormir boca arriba, aumento de la ansiedad, uso excesivo de estimulantes, fatiga física, cambios significativos de la vida y algunos medicamentos.

La parálisis muscular se produce cuando el cerebro se inunda con el neurotransmisor acetilcolina, que suprime el tono muscular en todos los principales grupos musculares que no son autonómicos tales como el corazón, los intestinos y los pulmones. Sin embargo, muchos pierden el sueño por la parálisis de sueño, lo que contribuye al insomnio y en realidad aumenta las probabilidades de otro ataque.

A pesar de que la paralisis del sueño se produzca durante la transición del sueño y la vigilia, pertenece al subgrupo de los trastornos asociados con el sueño REM. Dentro de este grupo se encuentran: las pesadillas, paralisis del sueño, sueños relacionados con alteraciones de las erecciones del pene y trastornos de comportamiento del sueño REM.

Lo habitual es que aparezcan durante la infancia y disminuyan en la adolescencia. 

Los ataques de parálisis provocan un gran terror en el individuo ya que le es imposible reaccionar, moverse o gritar. Igualmente, puede provocar ansiedad o depresión crónica, además de un malestar que puede influir en los hábitos de sueño y por ende, de manera recíproca, cronificar los ataques. Para prevenirlas es necesario tener buenos hábitos antes de dormir. 

Los criterios para el diagnóstico son:

Gravedad:

  • Leve: menos de una vez al mes.
  • Moderado: más de una vez al mes, pero menos que una vez a la semana.
  • Grave: al menos una vez por semana.

Duración:

  • Aguda: un mes o menos.
  • Subaguda: más de un mes, pero menos de seis meses.
  • Crónica: 6 meses o más.

Según la clasificación de la ICSD (2005), la parálisis puede darse en tres formas, la primera es de forma aislada, en individuos sanos, presentándose generalmente al despertar. La segunda de forma familiar, transmitida genéticamente y con desarrollo predormital; y, por último, como síntoma dentro de la narcolepsia. En las dos últimas, la parálisis es más común durante el inicio del sueño. El curso de la enfermedad también varía respecto a su forma, se produce en casos aislados, donde su causa generalmente está ligada a factores de condicionamiento exógenos, mientras que, en las formas familiares y vinculadas con la narcolepsia, los episodios tienden a ser crónicos, dependiendo también de factores de condicionamiento externos.

 

Fuente:

American Academy of Sleep Medicine (2005). The International Classification of Sleep Disorders, 2a. ed (ICSD-2)

Cueva Núñez, J. (2012). Parálisis del Sueño. Synapsis, 3(2), 14-18.

Denis, D., French, C. C., Rowe, R., Zavos, H. M. S., Nolan, P. M., Parsons, M. J. and Gregory, A. M. (2015). A twin and molecular genetics study of sleep paralysis and associated factors. Journal of Sleep Research, 24: 438–446. doi:

10.1111/jsr.12282

Fukuda, K. (2005). Emotions during sleep paralysis and dreaming. Sleep & Biological Rhythms, 3(3), 166-168. doi:10.1111/j.1479-8425.2005.00172.x

Parálisis del sueño: desenmascarando el fantasma, exploración holística y psicológica, Francisco Roballo Ros – C.I: 4.892.766-0 https://sifp.psico.edu.uy/sites/default/files/Trabajos%20finales/%20Archivos/tfg_francisco_roballo.pdf