Existe un padecimiento que está rodeado de falsas especulaciones por su aspecto. Su nombre es psoriasis y es una enfermedad eritemato-escamosa, inflamatoria, multifactorial que se presenta en los pacientes como placas con enrojecimiento y escamas blanquecinas gruesas llamadas yesosa.
Este padecimiento afecta principalmente a los adultos de mediana edad, y aunque es menos común, también puede presentarse en niños. Las razones por las que aparece son múltiples, pueden ser por factores genéticos, hormonales, metabólicos (pues se liga a la disminución de vitamina D3) e incluso emocionales, como el estrés.
Las personas con psoriasis no sólo padecen con los síntomas de esta enfermedad, sino también con los estigmas sociales: debido a que las zonas afectadas con mayor frecuencia son codos o rodillas, el paciente se segrega de actividades deportivas o natación, que requieren el cuerpo descubierto. También otra zona de predilección es la piel cabelluda, es una especie de caspa mucho más agresiva, con enrojecimiento en la base y que se descama. Y el paciente se siente angustiado por las escamas que son visibles en las prendas oscuras. Las uñas también se afectan, semejan infecciones por hongos, el aspecto es reseco u opaco, también pueden representar autoestima baja.
El principal mito que rodea a la psoriasis es que puede ser contagiosa, por lo cual las personas que evitan el contacto físico o incluso simplemente rehuyen a quien la padece, sin embargo, la enfermedad no es ni contagiosa ni infecciosa. Lo peor es que si este padecimiento no es atendido a tiempo se puede complicar, y pueden aparecer nuevas patologías como la eritrodermia, en la cual las placas se extienden hasta que toda la piel es roja. O la artritis psoriática, que es la afección además de piel en las articulaciones y tendones.
Existen diversas formas de tratar la psoriasis, la primera es mediante medicamentos tópicos derivados de ácido salicílico, esteroides, análogos del calcio y alquitrán de hulla. También ayuda la fototerapia, que es la aplicación de luz ultravioleta sobre la piel afectada, y medicinas por vía oral, como el metotrexate o los retinoides.
Con información de la Dra. Rosa María Ponce, dermatóloga del Hospital General de México “Dr. Eduardo Liceaga”.