Actualmente la pandemia por COVID-19 ha afectado en todo el mundo varios aspectos como la salud, el campo laboral, económico y social. Nos hemos visto en la necesidad de someternos a un confinamiento durante muchos meses, por lo que varias empresas vieron la posibilidad de implementar la modalidad de home office o trabajo a distancia. En muchos otros empleos, los trabajadores tuvieron que seguir asistiendo a sus labores elementales o fueron despedidos porque sus centros laborales registraron bajas en las ventas, quebraron o no alcanzaron los recursos necesarios para solventar el trabajo de sus empleados.
El home office surgió por primera vez en 1994 con la empresa AT&T en Estados Unidos, en el que participaron 30 mil empleados, lo que fue un éxito y varias entidades corporativas alrededor del mundo comenzaron a implementarlo.
Sin embargo, esta nueva modalidad de trabajo también se ha prestado para que muchas empresas evadan los gastos necesarios que les deben proveer a sus trabajadores como la energía eléctrica, agua, internet y el equipo necesario para las labores a distancia. En muchas vacantes actualmente, los empleadores piden que ya se cuente con el equipo de computo necesario para realizar videoconferencias, internet, audífonos con micrófono y teléfono celular.
Tan solo Kellog en sus oficinas de Madrid detectó un ahorro del 60% en el gasto de energía eléctrica. Muchas empresas que ofrecían un servicio de comedor gratuito a bajo costo, también están evadiendo estos gastos.
En México, los horarios laborales se han visto más extendidos con una mayor carga de trabajo, se han modificado las rutinas de los trabajadores, tanto de comida y sueño, generando agotamiento, fatiga crónica, invasión al hogar (que en realidad es para vivir, dormir, comer y distraerse). Además de que los jefes han caído en el abuso de mantener una comunicación directa con sus empleados más allá del horario laboral y solicitar actividades a cualquier hora, lo que también genera estrés y falta de descanso en el trabajador.
Especialmente para las mujeres, la carga se ha vuelto más excesiva, ya que se acumula con las tareas del hogar y su asistencia a los hijos con la educación que están recibiendo a distancia.
Otras consecuencias y afecciones para la gente que labora desde casa es la falta de iluminación correcta, alteraciones musculo-esqueléticas por falta del mobiliario ergonómico correcto y necesario, falta de espacio propio para el trabajo (pues la gente tuvo que adaptarse a trabajar con su computadora en la sala o en el comedor de su casa, ya que no todas las viviendas cuentan con un espacio dedicado especialmente al estudio o trabajo), exposición al ruido, tanto interior como exterior, por la interferencia de otros miembros de la familia y del ambiente en general; adquiriendo mayor incidencia en enfermedades como colitis nerviosa, gastritis, cefaleas recurrentes, irritabilidad, violencia intrafamiliar, incremento en los divorcios.
Muchas empresas han externado sus deseos por seguir con esta modalidad o implementarla en una especie de condición híbrida, con la finalidad de seguir ahorrando ciertos gastos. Por su parte el IMSS ya está reconociendo a la COVID-19 como una nueva enfermedad de trabajo, siempre y cuando el contagio ocurra en centros y horarios laborales. España ya está regulando el trabajo en casa con respecto a los derechos y tiempo de los trabajadores.
El Dr. Rodolfo Nava Hernández, Coordinador de Salud en el trabajo de la División de Estudios de Posgrado de la Facultad de Medicina de la UNAM, propone que el trabajo en casa deberá ser voluntario por parte del trabajador y las empresas deben estar obligadas a dotar el mobiliario y equipo necesario, así como materiales, consumibles y mantenimiento de los equipos que se están utilizando; un pago proporcional de servicios por gastos de energía eléctrica e internet, un alimento al día y se debe pagar una proporción equivalente al alquiler de una oficina.
Además de que el trabajador tiene derecho a desconectarse por completo después de su horario de trabajo que idealmente debe ser de 8 horas al día y, por último, que se reconozcan los accidentes y enfermedades de trabajo adquiridas aún bajo esta modalidad de trabajo.
Con información del Dr. Rodolfo Nava Hernández, Coordinador de Salud en el Trabajo de la División de Estudios de Posgrado de la Facultad de Medicina, UNAM.