Tener la posibilidad de bucear es sin duda una experiencia única e inolvidable, pero puede llegar a tener consecuencias que repercutan en graves problemas de salud sino se tiene la información adecuada.

Existe la probabilidad de que la llamada enfermedad descompresiva o «enfermedad del buzo» se llegue a presentar. Ésta se conforma de dos síndromes que están íntimamente relacionados: el embolismo arterial gaseoso y el síndrome por descompresión.

El embolismo arterial gaseoso es causado por el gas que respiramos al momento de bucear, el cual está comprimido debido a las condiciones del tanque de oxígeno y a la profundidad en la que se está buceando. En el momento en el que las personas respiran por este tanque, pueden quedar atrapadas pequeñas partículas de oxígeno o burbujas de aire en los alveolos pulmonares, que si no son liberadas, viajarán libremente por medio de la sangre, afectando principalmente al cerebro o a otros órganos como el corazón. El riesgo de este síndrome se puede presentar en descensos mínimos de un metro o de un metro y medio de profundidad.

Por su parte, el síndrome por descompresión se manifiesta con moretones en la piel. En este caso, el aire puede viajar por las arterias a diferentes partes del cuerpo y a la hora de ascender, como en el caso de un vuelo en avión, esas burbujas atrapadas aumentan de volumen, lo que hace que cada vez haya más dificultad para respirar. Éste se presenta a profundidades de 3.6 metros hacia abajo.

En cualquiera de los dos casos pueden aparecer síntomas en 24 horas y si a esta probabilidad de riesgos le agregamos el viajar en avión, avioneta o helicóptero, o subir a una montaña antes de que el cuerpo se desature por completo, aumentará considerablemente el riesgo de padecer un ataque de descompresión, que puede culminar accidente cerebrovascular, ataque cardíaco, embolia, entre otras consecuencias.

Es por ello que el lugar en donde pretendas bucear debe estar certificado y ofrecer un curso en donde se brinde esta información. Pregunta cuánto tiempo debes dejar pasar para poder tomar un vuelo dependiendo de la profundidad a la que descenderás y el tiempo de inmersión, normalmente se debe dejar pasar un periodo de entre uno y tres días.

 

Con información del Dr. Jorge Baruch Díaz, responsable de la Clínica de Atención Preventiva del Viajero de la Facultad de Medicina de la UNAM.