Nota: Karen Hernández
Ilustración: Elvia Hernández
Una de las principales preocupaciones de los padres hacia sus hijas e hijos es que tengan un desenvolvimiento correcto para que lleguen a la edad adulta sin deficiencias de salud. Para identificar si llevan un crecimiento adecuado, se debe prestar atención al desarrollo psicomotor, porque muchos aspectos como las relaciones sociales, el aprendizaje, la capacidad de expresión e imaginación, van a depender de la manera en que la psicomotricidad se presente.
Gracias al Sistema Nervioso Central, en los primeros años de vida hay un desarrollo de los sentidos y se observa una relación de las y los bebés con el entorno en donde adquieren la mayoría de las habilidades como son:
- Motricidad gruesa, referente al uso de los músculos grandes encargados de los diferentes cambios de postura.
- Motricidad fina, corresponde a la coordinación y uso de los músculos pequeños del cuerpo para realizar movimientos de presión, agarre, transferencias, etc.
- Lenguaje, que tiene que ver con las habilidades relacionadas con la comunicación.
- Habilidades sociales, actualmente se contempla el conocimiento en este rubro, debido a que se ha visto afectado o beneficiado dependiendo de la situación de los infantes, cómo interactúan con los adultos y sus pares en los diferentes entornos.
Es importante destacar que el desarrollo psicomotor es diferente en cada niña y niño, dependerá mucho del ambiente en el que se desarrolle, su genética o su propio carácter. Por ejemplo, pueden estar físicamente sanos, pero tener un desfase en alguna de las otras áreas como en el lenguaje o en las habilidades sociales. Por eso se debe vigilar a los menores y llevar un seguimiento de su desarrollo con un profesional de salud.
Algunos de los factores de riesgo que se relacionan con el retraso en el desarrollo de las niñas y los niños son prematuridad, bajo peso de nacimiento, malnutrición, infecciones congénitas, edades muy tempranas o avanzadas de los padres en el momento del embarazo o alguna caída de la madre en esta etapa.
La detección temprana de los problemas en el neurodesarrollo es de suma importancia, y se puede lograr con pruebas que ayudan a tener oportunamente un diagnóstico y un tratamiento. Por ejemplo, un tamiz neonatal, que consiste en tomar una muestra de sangre del talón de la o el recién nacido para detectar si hay alteraciones del metabolismo como hipotiroidismo congénito, es una de las enfermedades endocrinas más frecuentes de la niñez y es causa de retraso mental.
Otra prueba muy utilizada en México es la Evaluación del Desarrollo Infantil, se puede hacer a partir del primer mes de nacimiento hasta un día antes de los cinco años, toma 15 minutos y evalúa las áreas motrices grueso y fino, lenguaje y conocimiento, además de considerar la exploración neurológica, así como la presencia de factores de riesgo biológicos y señales de alerta. El resultado final utiliza un sistema de semáforo: rojo para riesgo de retraso, amarillo para regazo y verde para desarrollo normal.
La actividad física beneficia al desarrollo motor de los infantes porque favorece el aumento de movimientos coordinados del cuerpo, fomenta un estilo de vida saludable, fortalece la autoestima, la confianza, y si es realizada en grupos, mejorará su habilidad social. Se debe prestar mucha atención para ayudarlos a tener una vida más saludable y que puedan disfrutar de su niñez.
Con información de la Licenciada en Fisioterapia Magdalena Ferrusquía Figueroa, académica de la Licenciatura en Fisioterapia, Facultad de Medicina de la UNAM.
Manual para la Aplicación de la Prueba Evaluación del Desarrollo Infantil EDI, Secretaría de Salud, 2013. Disponible en http://himfg.com.mx/descargas/documentos/EDI/ManualparaEvaluacionaMenoresde5conRiesgodeRetrasoenelDesarrollo.pdf