El cáncer de tiroides no es uno de los cánceres con mayor tasa de mortalidad, pero es uno de los más contrastantes que existen ya que dentro de los cuatro tipos de cáncer de tiroides, el más común, el papilar, es el que mejor pronóstico tiene para curarse hasta en un 95 por ciento y crece muy lentamente; por el contrario, el anaplásico es un cáncer que se desarrolla muy rápidamente, puede llegar a asfixiar al paciente antes de viajar hacia otro órgano y su pronóstico de curación es prácticamente nulo, solo el 1 por ciento de los casos de cáncer de tiroides es anaplásico.

Le siguen los tipos de cáncer folicular con un pronóstico de curación del 70 a 75 por ciento que se forma en los folículos que son como bolsitas donde se almacena la hormona tiroidea  y el medular que en un 20% de los casos de este tipo, está asociado a problemas genéticos y hereditarios, se forma en las células C, alrededor de los folículos que sirven para regular el calcio.

Este tipo de cáncer, medular, puede removerse de manera preventiva desde los 6 meses de edad y todo niño o adulto puede llevar una vida normal después de que se les remueve la tiroides, gracias a las hormonas sintéticas que deben tomar. Como parte del tratamiento además de la cirugía para remover el cáncer y las hormonas sintéticas, se deberá ingerir yodo radioactivo, el paciente deberá permanecer en un cuarto aislado por un tiempo para no afectar a otras personas vulnerables a la radioactividad como mujeres embarazadas o niños pequeños.

El principal síntoma de una persona con cáncer de tiroides es sentir un nódulo que no duele ni se mueve debajo de la famosa ‘manzana de Adán’, se requiere de una biopsia guiada con ultrasonido para diagnosticarlo.

El 70% de los casos de cáncer de tiroides son del tipo papilar, el tipo folicular es 5 o 6 veces más frecuente en hombres y en un rango de 30 a 40 años de edad.

 

Con información del Dr. Heriberto Medina Franco, Médico Cirujano y Oncólogo del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición “Salvador Zubirán”.