11/08/21 | +Datos

Quien no conoce la historia está condenado a repetirla
En plena Revolución Mexicana ocurrió la primera pandemia del siglo XX, la influenza de 1918, que provocó la muerte de 50 millones de personas, superando la letalidad de la Primera Guerra Mundial, que había causado 10 millones de decesos. A diferencia de los pasados brotes que afectaron a infantes y adultos ancianos, en esta ocasión la prevalencia se situó en los adultos jóvenes aparentemente sanos.
Se originó en los Estados Unidos de América y no en España como se suele creer, el 11 de marzo de 1918, cuando el soldado Albert Gitchell mostró signos de fiebre, tos y dolor de cabeza que parecía una simple gripa. Esa misma noche se registraron 107 enfermos en el fuerte y al final de la semana 522 personas presentaban los mismos síntomas. En 10 meses se llevó a la tumba de 20 a 40 millones de personas en el mundo.
Se conoció como “gripe española” porque los periódicos de este país fueron de los pocos que dieron la alarma con prontitud, lo cual dio pie a que muchos pensaran que la enfermedad se había originado allí. Mientras que en los países combatientes en la Primera Guerra Mundial se censuraba la noticia en la prensa, tratando de evitar el desánimo de las tropas y de las poblaciones.
En México
En nuestro país los primeros casos se empezaron a reportar en octubre, atacando los estados del norte, y para el día 8 del mismo mes, en el área de Laredo, Texas y Tamaulipas se calculaban 12 mil enfermos. Igual que en Estados Unidos las primeras víctimas fueron soldados.
La prensa nacional daba reportes en ocasiones alarmantes de la situación, siendo crítica con el gobierno en turno, descalificando las pocas medidas tempranas para el cierre oportuno de escuelas, iglesias y lugares concurridos, así como la necesidad de la vigilancia sanitaria correspondiente.
Medidas establecidas
En México se giró a los gobernadores un aviso de prevención y curación contra la influenza. En las Breves y elementales recomendaciones para combatir y atenuar los estragos de la influenza se anotan las siguientes indicaciones:
- Aseo personal más riguroso y desinfección especial de la boca y nariz con soluciones antisépticas débiles: ácido bórico al 5 por ciento, ácido fénico al medio por ciento, solución de agua oxigenada o solamente con un cocimiento ligero de hojas de eucaliptus.
- Aseo de las habitaciones, regándolas con soluciones antisépticas de ácido fénico, creolina, sulfato de cobre, bicloruro de mercurio o cocimiento de hojas de eucaliptus.
- Aseo, barrido y riego de patios, corrales, talleres y salones de espectáculos públicos, templos y cines, así como la parte correspondiente a la vía pública, con soluciones antisépticas más fuertes, si fuese posible, y sino, con agua simple en abundancia.
- Aislamiento inmediato del enfermo, asistiéndose por el menor número posible de personas y desinfección de sus ropas, ropas de cama, etc., por la ebullición o sea en agua hirviendo.
- Preventivos o profilácticos. El de mayor aceptación y que se juzga más eficaz es el sulfuro de calcio, a la dosis de cinco o seis gránulos de un centígramo, en tres dosis, mañana, tarde y noche. Recomiéndase así mismo la limonada… una vez al día como preventivo, y tres veces o constantemente a los ya atacados por la epidemia.
- Tratamiento curativo de casos benignos.- Reclusión inmediata del paciente en sus habitaciones, evitar enfriamientos, temperatura uniforme, pero ventilación conveniente de su pieza. Alimentación sana y poca. Para la calentura que siempre acompaña a esta afección, recomiéndase la administración de cápsulas de 12 centigramos de quinina y 20 centigramos de aspirina, cada dos o tres horas[…] Si hubiese tos, pueden administrarse unos papelillos de diez centigramos de polvo de Dower y 20 centigramos de benzoato de sosa, uno cada hora, cada dos o cada tres, según la intensidad de la tos, si sobrevinieron hemorragias por la nariz o por la boca, suministrarse media cucharadita de extracto fluído de Ergotina de Erba, tres veces al día.
- La esencia de canela, que en realidad, goza de propiedades antisépticas marcadas, también se ha publicado últimamente como preventivo, y acaso sea útil en los enfermos a las dosis de 15 gotas vertidas en una onza pulverizada, en una sola vez, disuelta en agua. El uso inmoderado de las tabletas de bromoquinina, es perjudicial. Se prohíbe en absoluto el uso de bebidas alcohólicas.
La mayoría de estas recomendaciones no fueron puestas en práctica por los grupos de población empobrecidos; es decir, la desinfección de las prendas y de las ropas de cama, la compra de medicamentos, la alimentación sana, y la ocupación exclusiva de una habitación para cada enfermo, eran hábitos de la sociedad acomodada.
Conforme avanzó el contagio el acceso a las medicinas empeoró. Para mediados de octubre las droguerías de la capital dejaron de vender medicamentos al por mayor, solo vendían cantidades pequeñas y a precios elevados.
Oficialmente se declararon 7 mil 375 muertes relacionadas con la influenza en la Ciudad de México, que tenía una población de 906 mil 63 habitantes en 1918, pero los diarios reportaban de 150 a 200 muertes al día, lo que daría un estimado de 6 mil muertes al mes.
Es preciso mencionar que en esta década nuestro país, debido a conflictos armados, tenía una inestabilidad política, al grado que los servicios de salud estaban comprometidos, estimándose al menos 300 mil muertos por este virus.
Conocer nuestra historia nos permite reflexionar cómo debemos actuar ante un futuro incierto y analizar cómo contribuir a la planeación de las políticas en salud considerando que las pandemias son eventos impredecibles y recurrentes.
Referencia:
Sandoval Gutierrez, (2021, mayo 21). 1918 pandemia de influenza en México. La gran pandemia del siglo XX, Revista de la Facultad de Medicina de la UNAM. Recuperado de https://bit.ly/3AlSh5C
Netzahualcoyotzi MM. La Influenza de 1918 en Tlaxcala: mortandad y efectos sociales.. Bol Mex His Fil Med. 2003;6(1):23-31. Recuperado de https://www.medigraphic.com/pdfs/bmhfm/hf-2003/hf031e.pdf
Murillo GG. Recordando a la gripe española. Med Int Mex 2011;27(5):463-466. Recuperado de https://www.medigraphic.com/pdfs/medintmex/mim-2011/mim115h.pdf
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26/06/21 | +Datos

El “Día Internacional de la Sordoceguera” es conmemorado anualmente de manera simbólica en el natalicio de Helen Keller (27 de junio de 1880 – 1 de junio de 1968), extraordinaria y reconocida activista en la lucha por los sensorialmente discapacitados.
La sordoceguera es una condición única, en donde existe una deficiencia combinada de dos de cinco sentidos, vista y oído, ocasionando en el individuo dificultad en la accesibilidad a los sistemas de comunicación y por tanto en la socialización, así como otras limitantes como la percepción del espacio y la libre movilidad en su entorno.
La sordoceguera es una condición congénita, es decir, esta presente en el nacimiento, como consecuencia de problemas en la gestación, pero también puede ser una condición adquirida por causas diversas, desde secuelas de una afección viral hasta un traumatismo.
Esta discapacidad es además atribuible al Síndrome de Usher, en el cual coexisten dos alteraciones, una en la visión y otra en la audición, ocasionando turbación en el equilibrio. Este síndrome es una afección genética autosómica recesiva, transmisible cuando se hereda una copia de un gen mutado o anormal de cada uno de los padres.
En este contexto, la intervención de un consejero genético es necesaria para evaluar la salud del padre y la madre, así como identificar las probabilidades que tienen de transmitir ciertos trastornos a su futuro bebé.
La sordoceguera cuenta con una clasificación, a causa de que las pérdidas visuales y auditivas se manifiestan y experimentan de diversas maneras.
Dentro del Síndrome de Usher existen tres grupos con diferentes implicaciones neurológicas y sensoriales, a grandes rasgos:
- El Tipo I, es el grado más severo con profunda pérdida de la audición, además de un impacto neurológico en el desarrollo psicomotor;
- El Tipo II, es el grado más frecuente, caracterizado por una pérdida moderada y progresiva de la audición pero con un equilibrio normal;
- El Tipo III, es el grado menos frecuente, caracterizado por una pérdida de la audición progresiva.
La sordoceguera no es una enfermedad, por lo tanto no tiene cura; sin embargo existe un tratamiento. La intervención es múltiple y especial, además es en función del nivel de sordera o ceguera que manifiesta o experimenta cada individuo, así es posible determinar el tipo de rehabilitación. Entre los especialistas involucrados están además del genetista, el neurólogo, oftalmólogo, otorrinolaringólogo y terapeuta, entre otros.
La dificultad de socializar, derivada de la combinación de la pérdida o privación visual y auditiva, también impacta la salud mental de los pacientes llevándolos a la depresión, por lo que es indispensable recurrir también a la intervención psicológica o bien, psiquiátrica.
Para individuos con deterioro auditivo o visual pero con restos de estos sentidos, existen ciertas alternativas al comunicarse, por ejemplo, al conservar cierto campo visual puede implementarse la lectura de labios o al conservar cierto nivel de audición puede recurrirse a prótesis o implantes, además, a través de la tecnología se han desarrollado programas especiales para su auxilio e integración.
Sin embargo, en casos sin restos de los dos sentidos o casos congénitos, presentes antes de la adquisición del lenguaje, la rehabilitación suele ser complicada, sobre todo al intentar desarrollar un sistema de comunicación. En este sentido, los familiares juegan un papel primordial como enlace con el resto de la sociedad a través de estímulos de tipo táctil como el Sistema Dactilológico.
En nuestros días, la existencia del Tamiz Neonatal Visual y el Tamiz Neonatal Auditivo, ambas pruebas sencillas, nos permiten detectar en una etapa temprana la disminución de la visión y la audición en recién nacidos, sin causar dolor o molestia.
De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía, más de 6,179,890 de individuos viven en todo nuestro territorio con algún tipo de discapacidad, es decir, el 4.9 por ciento de la población total; de los cuales el 15.7por ciento tienen una deficiencia auditiva y el 26.0 por ciento una visual; sin embargo, aún no existe un dato duro que considere cuantas y cuantos mexicanos padecen ambas discapacidades al mismo tiempo, una clara señal de la falta de reconocimiento de esta condición.
Es por lo anterior que la conmemoración del “Día Internacional de la Sordoceguera” tiene como intención concientizar a la sociedad sobre el impacto de esta discapacidad múltiple en pacientes, familiares y en el sistema de salud para crear políticas públicas de inclusión, así como la necesidad de construir estrategias para identificar y canalizar a tiempo a estas personas.
Con información de la Doctora Adriana Hernández López, Coordinadora de Investigación en el Departamento de Cirugía y la Doctora Diana Lucía Acosta Cruz, Instructora del Departamento de Informática Biomédica de la Facultad de Medicina, UNAM.
23/06/21 | +Datos, +Mente
El síndrome de Cotard o delirio de negación es un trastorno psiquiátrico muy raro y poco frecuente que se caracteriza por la negación de la existencia de algunas partes del cuerpo e incluso de sus órganos. Un paciente con este síndrome puede referir que no tiene sangre, cerebro, que está muerto o que ya no puede morir porque es inmortal.
A pesar de que se desconocen las causas, se ha encontrado que puede asociarse a otras enfermedades psiquiátricas como esquizofrenia, trastornos afectivos o cuadros depresivos muy graves. Neurológicamente hay alteraciones en ciertas áreas del cerebro, como migraña, tumores cerebrales, traumatismos craneales, síndrome de parkinson y esclerosis múltiple. Estos pacientes también pueden presentar ansiedad, irritabilidad, silencio voluntario, ausencia de dolor (llamada analgesia) o un umbral de dolor muy bajo, y en los casos más drásticos pueden llegar a automutilarse y tener pensamientos e intentos suicidas.
Lleva su nombre en honor a Jules Cotard, quien lo describió en 1880 por primera vez. Actualmente existe un reporte del Dr. Jesús Ramírez, del Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía de México, en el que detalla que de 842 pacientes neurológicos, sólo uno presentó este síndrome durante un estudio que duró dos años. Mientras que, en el área de psiquiatría, sólo 5 de 479 lo manifestaron en ese lapso.
El tratamiento principal consiste en buscar la raíz del cuadro que lo origina, si es psicótico, como la esquizofrenia, se recomendaría la administración de psicofármacos y antipsicóticos. En caso de depresión, se haría con la ayuda de antidepresivos, moduladores del ánimo, anticonvulsivantes e incluso el uso de terapia electro convulsiva, en los casos demasiado graves. Por otra parte, si se trata de un trastorno neurológico, de igual manera se debe encontrar la causa y tratarla con fármacos y/o cirugía de ser necesario.
Como dato curioso, se dice que varios especialistas y críticos han analizado la película de “Sexto sentido”, estrenada en 1999, sobre si es posible que el personaje principal, interpretado por Bruce Willis, padece o no este síndrome.
Con información del Dr. Carlos Jesús Castañeda, Médico Psiquiatra, Profesor de Pregrado y Posgrado de la Facultad de Medicina de la UNAM, Ex director del Hospital Psiquiátrico Fray Bernardino Álvarez y Encargado de la Unidad de Atención Especializada de Género en el Hospital General de México “Eduardo Liceaga”.
18/06/21 | +Descubrir, +Mente
Este trastorno se caracteriza por la pérdida del tono muscular ante emociones fuertes, ya sean positivas o negativas, por lo que la persona afectada puede experimentar una caída después de un episodio de risa, estrés o ira. Afecta principalmente a las mujeres jóvenes en edad reproductiva y se asocia a enfermedades como narcolepsia e hipersomnia excesiva diurna.
Actualmente se sabe que en el caso de asociarse a narcolepsia, la causa puede ser una disfunción en la región hipotalámica, donde se regula el sueño. Estos pacientes generalmente sufren ataques incontrolables de somnolencia durante el día, pueden quedarse dormidos estando en clase, en una plática convencional, en sus actividades laborales o en muchas otras situaciones. A veces también se acompaña de parálisis del sueño o mejor conocida como la sensación de que “se sube el muerto”, en la que se tiene alguna alucinación auditiva, visual y/o táctil y no se pueden mover las extremidades. Puede haber narcolepsia con o sin cataplexia y otros pacientes pueden sólo tener hipersomnolencia excesiva diurna sin una causa aparente.
El diagnóstico se realiza mediante la entrevista en consulta clínica, en donde se integran los síntomas y signos de sospecha de hipersomnolencia excesiva diurna e indicadores de cataplexia, narcolepsia, parálisis del sueño o alucinaciones. Posteriormente, se realiza una polisomnografía con prueba de latencias múltiples, que consiste en ir a dormir a una clínica del sueño, en donde se colocan electrodos en la cabeza para registrar la actividad cerebral, y en los músculos para la actividad muscular, también se registran la actividad respiratoria y cardíaca, ya que muchos trastornos del sueño también se asocian a estos parámetros. Al día siguiente del estudio, se toman tres siestas para evaluar en cuánto tiempo se queda dormido y alcanza el sueño de movimientos oculares rápidos (REM), que es la fase en la que generalmente se dan los sueños. En algunas ocasiones también se realiza una punción lumbar y resonancia magnética para descartar lesiones cerebrales.
Se ha visto que la serotonina está involucrada con la cataplexia, probablemente como parte del mecanismo fisiopatológico del síntoma, por lo que el tratamiento consiste en la administración de medicamentos inhibidores de la recaptura de serotonina de manera indefinida y estimulantes del sistema nervioso central que ayudan a mantener despierto al paciente durante el día para que pueda realizar sus actividades cotidianas, de esta manera se presenta una mejoría en la calidad de vida. Es importante también establecer una rutina de higiene del sueño como horarios definidos para dormir, siestas vespertinas programadas que no excedan cierta duración y evitar la exposición a luces de pantallas de computadora, celulares u otros electrodomésticos por la noche.
Lamentablemente estos trastornos del sueño van muy ligados con el prejuicio de que una persona duerme mucho por ser muy perezosa, pensando que estos síntomas son normales debido a su personalidad, por lo que los pacientes se atienden tardíamente, lo que fragmenta a la arquitectura de su sueño y su calidad ideal de descanso. Si éstos no se atienden a tiempo, a la larga pueden generar afectación cognitiva, es decir, de aprendizaje, funciones mentales, de memoria, manuales y de ejecución de procedimientos complejos.
Con información del Dr. Máximo León Vázquez, Neurólogo, Epileptólogo, Adscrito a la Clínica de Trastornos del Sueño de la Facultad de Medicina, UNAM y al Hospital Especial del Centro Médico Nacional “La Raza”.